Reseña

Lic. Rocío Soledad Poggetti1

¿Apropiadas o impuestas? Economía popular en el agro mexicano

y el Grupo Cooperativo Quali

Correct or imposed? The popular economy in the Mexican agro

and the Quali Cooperative group.

Bageneta, M. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Argentina: editorial Tesseo, 2020, pp. 135.

Copyright: © 2020

Revista Internacional de Cooperación y Desarrollo.

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Tipo de artículo: reseña

Recibido: abril de 2020

Revisado: mayo de 2020

Aceptado: junio de 2020

Autor

1 Profesora en Historia y Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad del Salvador (USAL) y Especialista en la Enseñanza de las Ciencias Sociales por el Instituto Nacional de Formación Docente Ministerio de Educación (INFOD). Estudiante regular del Doctorado en Historia en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y del Diploma de Posgrado en Ciencias Humanas: Estudios Rurales Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad de la República (UNQ-Udelar). Miembro de equipos de investigación en la Universidad Nacional de Río Cuarto y la Universidad Nacional de Córdoba. Asesora de Coninagro en la mesa de informe social del INAES. Miembro del Gabinete de balance social cooperativo del CGCyM. Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Correo electrónico: rocio.poggetti@conicet.gov.ar

ORCID: 0000-0003-2489-7249

Cómo citar:

Poggetti, R. (2020). ¿Apropiadas o impuestas? Economía popular en el agro mexicano y el Grupo Cooperativo Quali. Bageneta, M. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: editorial Tesseo, 2020, pp. 135. Revista Internacional de Cooperación y Desarrollo. 7(1). 187-191

DOI 10.21500/23825014.4952

La heterogeneidad presente en las asociaciones iberoamericanas de la economía social y solidaria, en particular las cooperativas agropecuarias, ancla en la diversidad territorial, económica, social y cultural de los sujetos agrarios que confirman las bases sociales de cada una. No obstante, este caleidoscopio de formas asociativas no debe obnubilar el esfuerzo académico que supone dilucidar tendencias y desafíos que atraviesan de manera transversal a los territorios en determinadas coyunturas históricas.

Interesa destacar en este sentido que la expansión del agronegocio desde la década de 1990 ha tendido a subordinar las formas alternativas de asociación, producción y comercialización a las lógicas de los commodities agropecuarios. En estos contextos, se produjo un notorio incremento en los niveles de concentración, de exclusión y de marginalidad en la estructura social del agro –salvando las singularidades que atraviesa en cada uno de los países–. Estas transformaciones, que en cierto modo suponen una profundización de tendencias de mediano y largo plazo, han abierto un tiempo de compleja transición para muchas de estas asociaciones que han debido reestructurar sus modelos organizativos con la finalidad de no perecer en el intento.

El libro de Martín Bageneta es sugerente en tanto reconstruye la dinámica del cooperativismo agropecuario mexicano en el largo plazo y problematiza los cambios y las continuidades en los modelos organizativos en relación con la subordinación de los proyectos asociativos alternativos a las lógicas agroexportadoras y agroindustriales. Se inscribe en una línea de reflexión que lo trasciende, en tanto procura poner en debate las contradicciones que se evidencian en las cooperativas agropecuarias. En este sentido, y sin caer en posturas esencialistas o idealistas, reconoce las tensiones entre los marcos doctrinarios y normativos y las prácticas concretas que se evidencian en muchas de estas asociaciones, en el marco de la expansión del agronegocio. Se propone, en definitiva, contribuir al enriquecimiento de un espacio de diálogo que nutra el debate académico en torno a estas cuestiones y abonar a la gestión de políticas públicas que tiendan a revertir la desnaturalización de estas organizaciones.

Para ello, el autor recupera los debates teóricos y doctrinarios en torno a la “otra economía”. Queda claro que más allá de los nombres que se le han otorgado a este campo, desde aquel inicial de Economía Social con el que Charles Gide bautizó en 1898 su cátedra en la Facultad de Derecho de París, hasta la Economía Social y Solidaria que surge en los años 90 del siglo xx, lejos de tener un sentido único la “otra economía” se constituye como un movimiento caracterizado por una pluralidad de visiones y de prácticas.

Entre todas las opciones, el autor opta por posicionarse en la Economía Popular, Social y Solidaria (ESPP) en tanto que reconoce en esta una raigambre alternativa, popular y contra hegemónica de la que adolecen otras interpretaciones. Las diferencias trascienden entonces la semántica para referir a disputas ideológicas y normativas en torno a la multiplicidad de sentidos, de organizaciones y de actores que se cobijan bajo ese paraguas.

Este posicionamiento inicial le permite recuperar una diversidad de autores que abonan a este amplio debate tales como Karl Marx, Lenin, Chayanov, Karl Polanyi y Antonio Gramsci, entre otros. A partir de los aportes que selecciona de los mismos construye una perspectiva original para abordar críticamente las dinámicas internas de las organizaciones de la ESPP. En consecuencia, estas herramientas teóricas son las que le permiten construir un instrumental conceptual –pensado heurísticamente a partir de los tipos ideales weberianos– para interpretar la realidad del modelo organizacional y del vínculo asociativo de su objeto de estudio.

Recurre a un abanico de estrategias metodológicas y de fuentes cualitativas, las cuales complementa, aunque de manera secundaria, con algunas herramientas cuantitativas. Selecciona como estrategia central un caso instrumental: el Grupo Cooperativo Quali, ubicado en la región Mixtecapopoloca, que abarca los Estados de Puebla, Oaxaca, Veracruz, Tlaxcala y Guerrero, una de las regiones con mayores niveles de pobreza y marginación del país y, al mismo tiempo, con muy altos porcentajes de población hablante de alguna lengua indígena. Con 80 cooperativas simplificadas adheridas, el Grupo se dedica a la producción, transformación y comercialización del amaranto (un cultivo prehispánico con alto valor nutricional) y a la gestión del agua con financiamiento externo. La observación participante, las entrevistas y el trabajo con documentación interna de las asociaciones investigadas le permiten reconstruir una mirada sobre los procesos organizacionales desde la perspectiva de los diferentes actores involucrados.

Antes de proceder a narrar el contenido del libro, que el autor organiza en cinco capítulos, es preciso destacar dos ejes que atraviesan la descripción y el análisis del caso. El primero recupera la tensión que se evidencia entre los cuerpos teóricos y normativos y la realidad del vínculo asociativo en las cooperativas iberoamericanas. La tendencia hacia la concentración en el proceso de toma de decisiones y la primacía de los cuerpos dirigenciales generan desconocimiento de la dinámica asociativa por parte de la base asociativa, apatía y escasa participación. La legitimidad de esta concentración de poder organizativo abreva en los saberes expertos que portan ciertas profesiones, brecha que se hace más amplia mientras mayor sea el grado de vulnerabilidad económica, social, cultural y educativa de las bases sociales.

El segundo remite al análisis de la dinámica impuesta o apropiada del modelo organizativo y cómo esto se vincula con los modelos de gestión centralizados y verticalistas u horizontales y pluralistas. Esto demanda a la necesidad de bucear en los orígenes para identificar si el grupo fue creado a partir de la inducción externa o si, por el contrario, surgió como una construcción endógena protagonizada por los actores. Entre una y otra manera, que en cierto modo son dicotómicas pero que pueden pensarse también a través de hilos de continuidad y ruptura, median procesos de desnaturalización o apropiación/reapropiación del vínculo asociativo según sea el caso.

En el capítulo 1, propone una complejización analítica para comprender las dinámicas asociativas del cooperativismo, entendiendo que son organizaciones condicionadas por una multiplicidad de elementos sociales, económicos, culturales y territoriales que las hacen singulares, dinámicas y cambiantes. Luego de analizar los componentes doctrinarios que habilitan a las cooperativas a construir modelos organizativos plurales, democráticos, autogestionados y equitativos –entre ellos menciona el voto igualitario, la representación democrática de los asociados en los órganos de decisión, el gobierno colegiado, la retribución del excedente–, el autor advierte sobre la necesidad de evaluar los anclajes históricos y territoriales de esta forma asociativa en el agro mexicano.

Destaca en este sentido una particularidad que evidencian las cooperativas en este país, el origen externo de las mismas. Externalidad originada en iniciativas estatales o de organizaciones civiles y eclesiásticas que nuclean a un grupo de campesinos y organizan una asociación de este tipo. La verticalidad que impera en el vínculo cooperativo hace que los asociados, quienes debieran ser propietarios y gestores del funcionamiento de esas iniciativas, muten hacia destinatarios que ofician como clientes. La tutela externa trasciende el acto fundacional y se traslada hacia el funcionamiento de la cooperativa a través de múltiples mecanismos que perpetúan la sujeción e imposibilitan la construcción de capacidades autónomas. Este modelo organizativo repercute en el tipo de vínculo asociativo que se construye. Los campesinos no participan en la vida asociativa ni en el proceso de toma de decisiones porque no han mediado procesos de formación y politización que les permitan reconocerse como protagonistas de sus cooperativas.

A partir de un cruce de diversas categorías teóricas, el autor propone un tipo ideal para analizar el caso que, aunque difícilmente trasladable a otras realidades, es un sugerente punto de partida que invita a trascender las colecciones de datos a las que han estado apegados los estudios cooperativos Iberoamericanos, para avanzar en propuestas analíticas. La tecnocracia socio-ambiental supone la presencia de algunos elementos claves como la inducción de las comunidades campesinas para adoptar una determinada forma organizativa, la primacía de una racionalidad técnica y un discurso empresarial con mixtura de elementos ambientales, la concentración de las decisiones por parte de la dirigencia y una territorialización expansiva como consecuencia de las demandas de la agroindustria.

En el capítulo 2, el autor propone un recorrido por la historia del cooperativismo en México, en el marco de las políticas agrarias y las que específicamente regulan la economía social durante el siglo xx. En cada una de las etapas –finales del siglo xx, cardenismo y reforma agraria, contrarreforma y neoliberalismo– reconoce las características principales que fue asumiendo el movimiento cooperativo. Más allá de estos cambios, identifica un elemento de continuidad que le permite inferir una “ruta mexicana” para analizar el origen de estas asociaciones. La singularidad deriva de la dinámica impuesta con la cual se originan la mayor parte de las cooperativas. En este sentido, el tutelaje, ya sea ejercido por parte del Estado o de organizaciones civiles o eclesiásticas, se traduce en la dependencia de los grupos cooperativos tanto de los recursos como de los saberes que portan los expertos de aquellas.

Luego de esta caracterización general establece algunos puentes de análisis con el Grupo Cooperativo Quali a partir de la selección de un núcleo de autores que se han abocado a la reflexión de alguna dimensión de este desde la perspectiva de la economía social. El objetivo de este derrotero es romper con la mirada ingenua e idealista sobre estas asociaciones, despegarse del discurso institucionalizado e institucionalizante que portan algunos de estos discursos y reconocer la necesidad de una evaluación crítica de los impactos que generan las dinámicas impuestas sobre las formas organizativas y el vínculo asociativo.

En el capítulo 3, realiza una breve caracterización económica, social y cultural de la región en la que asientan las cooperativas que integran el Grupo Cooperativo Quali, enfatizando en los elementos indígenas predominantes en estos territorios. Luego introduce el análisis del amaranto como principal cultivo de los campesinos que integran esas cooperativas desde la perspectiva de la readaptación cultural de un cultivo que había sido abandonado. Vincula esa recuperación a partir de la imposición a los campesinos de la lógica agroindustrial que se instala en el Grupo a partir de 1990, cuando se evidencia una reducción en el financiamiento externo del cual se nutre para realizar las obras de infraestructura de regadío en las comunidades campesinas.

De manera central en este capítulo, reconstruye algunos hitos sustanciales que condicionaron el modelo organizativo que impera en el grupo Quali a partir de un análisis crítico del relato de sus fundadores. Desde su rol de pioneros, impusieron la centralización y la primacía de los técnicos en el proceso de toma de decisiones –y continúan haciéndolo–. Revisa de manera crítica la operación discursiva que legitima el tutelaje de los campesinos y las cooperativas de las que forman parte en nombre de una adecuada consecución de los objetivos primigenios propuestos.

El capítulo 4 es central, ya que analiza concretamente la dinámica de funcionamiento del Grupo. En este sentido, aunque en ciertas oportunidades se tiende a reiterar información que ya se ha expuesto, se describe el modelo organizativo y los vínculos asociativos en relación con la marca originaria de la externalidad y la imposición. Impera en Quali una dinámica vertical de mando, en la que la dirigencia de cuello blanco centraliza el proceso de toma de decisiones y los técnicos agrónomos vehiculizan los vínculos con los grupos de base. Estos son formados a partir del modelo organizativo de cooperativas simplificadas –habilitadas a partir de la última reforma en la legislación sobre estas asociaciones–, lo cual supone un bajo grado de formalización y una organización estructurada en función a acuerdos tácitos. En este esquema, los campesinos tienen escasos conocimientos del funcionamiento del Grupo, lo que se traduce en una escasa participación en la dinámica política y representativa.

El modelo tecnocrático socio-ambiental se traduce en tres pilares. Uno, los requerimientos de la agroindustria condicionan verticalmente las dinámicas territoriales. Los campesinos no deciden qué ni cómo producir sino que son simples ejecutores de una dinámica que se digita externamente. Dos, su inserción en el Grupo cooperativo es netamente productiva. Tres, el vínculo que mantienen con la cooperativa y el Grupo es instrumental. En este sentido, el autor reconoce que hay un cierto grado de conciencia por parte de los campesinos de algunos mecanismos de opresión que utiliza la dirigencia tales como la fijación de los precios del amaranto y la retención de una parte del pago por la cosecha para financiar obras de infraestructura colectivas que desarrolla el Grupo Quali. Pero, en contrapartida, los campesinos compensan esta disminución en sus ganancias con una serie de beneficios diferidos que remiten a la obtención de canales de financiamiento y capitalización que les serían inaccesibles de no mediar su integración al Grupo.

El capítulo 5, en clave propositiva, plantea la necesidad de mirar a las asociaciones de la economía social como espacios de pujas y tensiones a partir de algunas claves que permitan recuperarlas como espacios para canalizar los proyectos alternativos de los grupos subalternos. En contextos de espacios rurales en los que priman impulsos exógenos en la formación de grupos asociativos, es necesario reconstruir la autonomía decisoria de los asociados a partir del retiro progresivo de los tutelajes externos. Este proceso debe ser acompañado por programas de educación popular y de socialización en los mecanismos democráticos y participativos propios de las cooperativas. Sólo estos mecanismos de apropiación permitirán construir proyectos asociativos adecuados a las necesidades de sus miembros.

¿Apropiadas o impuestas? es un disparador que incita a problematizar las dinámicas asociativas pero que no admite una respuesta unívoca. Y es en este sentido en que el libro es más que provocativo. Por una parte porque invita a recuperar el rol político de las ciencias sociales en el marco de las epistemologías alternativas iberoamericanas. Por la otra, puesto que asume la necesidad de tender puentes de diálogo que permitan incidir en el contenido de los marcos teóricos, conceptuales e ideológicos que nutren la gestión de políticas públicas para las asociaciones de la EPSS.