Resultado de Investigación


Cooperación internacional y agricultura urbana:

incidencia en la seguridad alimentaria de poblaciones vulnerables de Cartagena

International Cooperation and Urban Agriculture:

Impact on Food Security of Vulnerable Populations of Cartagena


Ana Milena Hernández Cotta,1 Carolina María Turizo Arrieta2 & Marco Romero Cevallos3


Autores

1 Profesional en Trabajo Social. Magister en Cooperación Internacional para el Desarrollo – Universidad de San Buenaventura.

Correo electrónico: annamilenatdh@gmail.com

Orcid: https://orcid.org/0000-0002-7028-4913

2 Profesional en Trabajo Social. Magister en CooperaciónInternacional para el Desarrollo – Universidad de San Buenaventura.

Correo electrónico: caromatuar@gmail.com

Orcid: https://orcid.org/0000-0002-8104-7980

3 Docente investigador- Doctor (PhD) en Relaciones

Internacionales, Ecuador.

Correo electrónico: marco.romero@uasb.edu.ec

Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3954-2360


Copyright: © 2021

Revista Internacional de Cooperación y Desarrollo.

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Tipo de artículo: Resultado de Investigación

Recibido: julio de 2021

Revisado: septiembre de 2021

Aceptado: diciembre de 2021


Cómo citar:

Hernández Cotta, A. M., Turizo Arrieta, C. M. & Romero Cevallos, M. (2021). Cooperación internacional y agricultura urbana: incidencia en la seguridad alimentaria de poblaciones vulnerables de Cartagena. Revista Internacional de Cooperación y Desarrollo. 8(2), -163

DOI: 10.21500/23825014.5526


Resumen

Este artículo presenta los resultados de una investigación cualitativa realizada entre los meses de enero a mayo de 2021, utilizando la metodología de estudio de casos, para analizar el funcionamiento de los proyectos de Cooperación Internacional para el Desarrollo, orientados a la Seguridad Alimentaria, a través de la agricultura urbana, con población de áreas vulnerables de la ciudad de Cartagena de Indias - Colombia, financiado por una ONG Suiza, en el período 2015-2019 e implementado por una ONG colombiana.

Los resultados del proyecto objeto de estudio, ayudan a precisar el rol de la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID), el estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN), las características de la agricultura urbana (AU), el contexto socioeconómico local, la participación social, así como las fortalezas, dificultades y recomendaciones para la CID, reconociendo los factores de éxito del proyecto y la necesidad de asegurar que permanezca en el tiempo su dimensión de un mayor acceso a la SAN.

Palabras clave: cooperación internacional; seguridad alimentaria; agricultura; población urbana; participación social.


Abstract 

This article presents the results of a qualitative research carried out between the months of January to May 2021, using the case study methodology, to analyze the operation of International Cooperation for Development projects, oriented to Food Security, through of urban agriculture, with population from vulnerable areas of the city of Cartagena de Indias - Colombia, financed by a Swiss NGO, in the period 2015-2019 and implemented by a Colombian NGO.

The results of the project under study help to specify the role of International Development Cooperation, the state of food security (SA), the characteristics of urban agriculture (AU), the local socioeconomic context, social participation, as well as the strengths, difficulties and recommendations for the IDC, recognizing the success factors of the project and the need to ensure that its dimension of greater access to SA remains over time.

Keywords: International Cooperation; Food Security; Agriculture; urban population; social participation.


1. Introducción

Pese al aumento de la producción agrícola y la disponibilidad de alimentos a nivel mundial según (FAO, 2020) “la inseguridad alimentaria es un problema que afecta a unos 2000 millones de personas en el mundo, en América Latina y el Caribe un 31,7 %, casi un tercio de su población”, lo que demuestra que no basta con la existencia de una abundante producción de alimentos, sino su adecuada distribución.

En Colombia según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional, la inseguridad alimentaria afecta a un 54,2% de su población; de cada dos hogares, uno tiene insuficiencias en materia de SAN (Bejarano, 2020) y un 4,8% de la población padece subalimentación (FAO, 2019), es decir recibe menos del 70% de los requerimientos calóricos diarios. Estos indicadores demuestran la persistencia de barreras económicas, socio políticas, culturales y medioambientales, que afectan el acceso estable a los alimentos, para una porción significativa de la población.

En Cartagena, ciudad colombiana con un total de 1.028.736 habitantes, el 90% de la cual reside en el área urbana y el 10% en el área rural. (DANE, 2018); el “34,3 % de su población vive en condiciones de pobreza, y el 3% en condición de pobreza extrema” (DANE, 2019); esta población urbana sufre afectaciones en su seguridad alimentaria. Cabe agregar, además, que la agricultura tiene un menor peso relativo en los departamentos del Atlántico.

En la ciudad, han surgido entonces, pequeños espacios de cultivo, como sistemas productivos discontinuos y poco duraderos, que se realizan en áreas muy pequeñas (patios) y sin articulación con el mercado. En ese contexto, se han planteado desde el Estado, el sector privado, organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y organismos internacionales, diversas iniciativas, que buscan mejorar la seguridad alimentaria de la población, utilizando diversas estrategias, entre ellas la agricultura urbana.

Algunas de estas estrategias han contado con el apoyo financiero de la Cooperación Internacional para el Desarrollo. El presente estudio pretende responder a las siguiente pregunta: ¿Los proyectos de Cooperación Internacional garantizan la seguridad alimentaria de las familias en situación de vulnerabilidad de la ciudad de Cartagena de Indias? Por lo tanto, tiene como objetivo, analizar el funcionamiento de los proyectos de cooperación internacional de agricultura urbana, para la seguridad alimentaria, a partir del caso del proyecto de la Fundación Granitos de Paz, en el período 2015-2019.

Así, los referentes teóricos que soportan el presente ejercicio investigativo incluyen el concepto de agricultura urbana propuesto por Mougeot, publicado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC). Retoma la definición de seguridad alimentaria planteada en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, realizada en Roma Italia, en noviembre de 1996 y su actualización, en la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria de 2009 liderados por la FAO.

Es utilizada la definición de Cooperación Internacional para el Desarrollo propuesta por Ayllón, B. (2007), reconociendo las diversas relaciones entre actores internacionales, y rescata la definición de Caribe de Martínez & Valdés (2013), reconociendo que se trata de una construcción reciente, con un devenir histórico y una dispersión cultural propias, en medio de un espacio geográfico, marcado por intereses políticos y económicos.

El artículo está estructurado de la siguiente manera: en primer lugar, se conceptualizan y se relacionan las principales variables de estudio, relacionadas a la CID y la seguridad alimentaria, especialmente desde su relación con la agricultura urbana. Posteriormente, se describe el papel de la agricultura urbana y la CID con respecto a la seguridad alimentaria en el Caribe, examinando luego el caso de Colombia y la ciudad de Cartagena. Por último, se identifica el rol jugado por la Cooperación Internacional y la participación de la población en la construcción de una agricultura urbana para la seguridad alimentaria.


2. Metodología

Los resultados se lograron mediante una investigación cualitativa, haciendo uso del estudio de caso y la guía del paradigma ontológico de la teoría crítica, la aproximación epistemológica de la sociología comprensiva y como una investigación con una finalidad aplicada critica; este estudio es por naturaleza del conocimiento producido instrumental, por amplitud temática monográfico, con un carácter diacrónico, su alcance temporal es histórico actual y transversal. El proceso investigativo se desarrolló mediante cuatro fases, respondiendo a la definición del marco teórico/metodológico, diseño y aplicación de instrumentos, organización e interpretación de datos, análisis de la información, sistematización y presentación de resultados.

Desde un enfoque relacional se logró develar la relación entre las variables Cooperación Internacional y seguridad alimentaria, tomando como unidad de análisis un proyecto del programa “Patios Productivos”, de la Fundación Granitos de Paz, que bajo el método del construccionismo social permitió recoger datos, aplicando el análisis documental, entrevistas y un grupo focal.

La entrevista entendida como un proceso comunicativo para obtener información sobre lo que piensa o siente una persona acerca de un tema o situación específica, permitió conocer las percepciones de los participantes y del equipo ejecutor del proyecto, planteando un diseño de cinco momentos: tematizar, diseñar, entrevistar, analizar e informar. Se aplicó una entrevista semiestructurada, con preguntas iniciales de orden general y preguntas focalizadas, con un orden precisado, sin que ello impidiera realizar nuevas preguntas.

El grupo focal propició la discusión grupal, indagando sobre las percepciones, sentimientos, reacciones, actitudes y experiencias compartidas, de una muestra de personas que han participado en el proyecto de cooperación (administrativos de la Fundación Granitos de Paz); esta fase tuvo tres momentos: conformación y realización del grupo focal, análisis de la información y establecimiento de los resultados.

Una vez recolectada la información mediante las técnicas mencionadas, se la verificó, mediante categorías relacionadas con las dimensiones de seguridad alimentaria (disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad) y con categorías complementarias (autoconsumo, gasto, comercialización, ingreso, participación, aspectos técnicos), agregando categorías emergentes (género, medio ambiente, pandemia covid-19); se clasificaron y triangularon los resultados, reforzando su validez.

Finalmente, el análisis y la sistematización de la información da cuenta de las relaciones entre lo planteado y los hallazgos, mostrando los resultados del proceso de investigación realizado entre los meses de enero y mayo 2021.


Tabla 1. Cuadro de Categorías

Categorías

Fuente de Información

Técnica de recolección de datos

Dimensiones de seguridad alimentaria (disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad)

Participantes del proyecto (quienes realizan labores de agricultura)

Implementador de proyecto huertas urbanas

Análisis documental

Entrevista

Grupo Focal

Autoconsumo, gasto, comercialización, ingreso, participación

Participantes del proyecto

Análisis documental

Entrevista

Autoconsumo, gasto, comercialización, ingreso, participación, aspectos técnicos

Implementador de proyecto huertas urbanas

Análisis documental

Grupo Focal

Categorías emergentes

Género

Participantes del proyecto

Entrevista

Género, medio ambiente, pandemia covid-19

Implementador de proyecto huertas urbanas

Grupo Focal


Fuente: Hernández & Turizo, 2021.


3. Discusión de los resultados

3.1 La agricultura urbana como apuesta para disminuir la inseguridad alimentaria

Para entender la relación existente entre agricultura urbana (AU) y seguridad alimentaria (SA), es necesario precisar su definición. La primera puede ser descrita como:


El cultivo, el procesamiento y la distribución, con fines alimentarios y no alimentarios, de plantas y árboles y la cría de ganado, tanto dentro como en la periferia de un área urbana, dirigidos al mercado urbano. Para lograr esto, la AU aprovecha recursos (espacios usados o subutilizados, residuos orgánicos), servicios (extensión técnica, financiamiento, transporte) y productos (agroquímicos, herramientas, vehículos) encontrados en esa área urbana, generando a su vez recursos (áreas verdes, microclimas, compost), servicios (abastecimiento, recreación, terapia) y productos (flores, aves de corral, lácteos) en gran parte para esa misma área urbana. (Mougeot, 2006, p. 212).


Por su parte, la seguridad alimentaria existe “cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana” (FAO, 2009, p.1). En este sentido, “Los cuatro pilares de la seguridad alimentaria son la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad” (FAO, 2009).

El rol de la AU frente a la seguridad alimentaria se devela en su contribución a las dimensiones de esta última. En efecto, la agricultura urbana aporta a la dimensión disponibilidad, pretendiendo reforzar el tejido de circuitos cortos de comercialización, para impulsar una mayor disponibilidad de alimentos en la comunidad, mejorando igualmente los canales de comunicación entre productores y consumidores.

En cuanto a la dimensión acceso, la AU brinda a las personas involucradas la posibilidad de autoconsumo y generar ingresos, permitiendo mejorar las condiciones económicas de familias productoras/consumidoras, facilitando la adquisición de alimentos variados que están fuera del marco de producción, dando a las personas la oportunidad de decidir qué alimentos consumir y diversificar sus fuentes de ingresos y acceder a otros servicios como, recreación, educación, vivienda, vestido, entre otros.

La dimensión utilización, responde a la selección entre variados alimentos sanos, inocuos y nutritivos, enmarcados en su aceptabilidad social y cultural y la correcta manipulación, preparación y almacenamiento de los alimentos, también entendida como “la forma en la que el cuerpo aprovecha los diversos nutrientes presentes en los alimentos” (FAO, 2011) y, en consecuencia, lograr buenas prácticas en salud y suficiente energía; la AU ofrece una amplia gama de alimentos, lo que contribuye a una dieta integral y saludable, disminuyendo factores de riesgo alimenticio, procurando recuperar el tejido social y permitiendo a las personas decidir mejor sobre los alimentos que consumen.

La dimensión estabilidad solo se logra si se da oportunamente la disponibilidad, el acceso y utilidad de los alimentos; en este aspecto, la agricultura urbana ha contribuido al autoabastecimiento y comercialización de diversos alimentos inocuos y nutritivos; supone un aporte especialmente para determinados colectivos en situación de riesgo o vulnerabilidad frente a la inseguridad alimentaria, esta, al igual que la SA, promueve una utilización eficiente de los recursos naturales, para asegurar la sostenibilidad de sus prácticas.

Si falta de alguno de los cuatro pilares de la seguridad alimentaria, se presenta la inseguridad alimentaria o la desnutrición; esta se considera como la “situación donde la gente no tiene acceso a las cantidades necesarias de alimentos seguros y nutritivos y debido a eso no consumen lo indispensable para crecer y desarrollarse normalmente y llevar una vida activa y saludable” (FAO, 2013).

Frente este problema, la Cooperación Internacional, entendida como “toda relación entre actores internacionales orientada a la mutua satisfacción de intereses o demandas, mediante la utilización complementaria de sus respectivos poderes en el desarrollo de actuaciones coordinadas y/o solidarias” (Ayllón, 2007); incide sobre la agricultura, concebida como una actividad propiamente del entorno rural; sin embargo, en las últimas décadas esta noción se ha transformado, debido a los cambios demográficos, lo que ha significado la difuminación de la frontera rural- urbana.

A finales de la segunda guerra mundial, cuando surge plenamente la cooperación internacional, no solo se orienta a enfrentar las crisis humanitarias, sino también está marcada por intereses geopolíticos, debido tanto a la guerra fría, como a la división del mundo en países desarrollados y subdesarrollados. En su dinámica, la CID también ha apoyado proyectos, programas y políticas para garantizar la seguridad alimentaria de poblaciones vulnerables, mediante la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD).

La AOD “Consiste en actuaciones internacionales que transfieren recursos públicos y privados, en situaciones ventajosas respecto a las existentes en el mercado de bienes y servicios financieros” (Ayllón, 2007). Esta transferencia puede ser (donación o préstamo), o puede ser asistencia técnica (transferencia de conocimientos y experiencias); la AOD es canalizada por organismos oficiales (estatales, locales, universidades públicas y organismos ejecutivos) de los países donantes. Su objetivo es promover el desarrollo, bienestar social y económico, se concede a países y territorios incluidos en la lista de países socios del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), o bien a organismos multilaterales de desarrollo (Naciones Unidas, entre otros); sus condiciones son de carácter concesional.

Es necesario considerar también el papel de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), promulgados en el año 2000, con la participación de 189 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas, entre ellos Colombia, comprometidos con 8 desafíos, considerados el primer escalón del desarrollo humano; el primero de ellos era erradicar la pobreza extrema y el hambre, hasta el 2015, reduciendo su nivel en un 50%, frente al registrado en 1990. Para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo el desarrollo humano es “aquel que sitúa a las personas en el centro del desarrollo, trata de la promoción del desarrollo potencial de las personas, del aumento de sus posibilidades y del disfrute de la libertad para vivir la vida que valoran” (PNUD, 2015).

Cumplido esos 15 años, los resultados muestran varios logros, pero también muchos desafíos y retos pendiente; así en 2015 se propone una nueva y más amplia agenda de desarrollo, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); el segundo de ellos apunta a lograr el hambre cero, alcanzar la seguridad alimentaria y nutricional y promover la agricultura sostenible.

Las proyecciones de las Naciones Unidas anticipan que más de dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades en 2050 (Chandran, 2020). Algunas estimaciones predicen que la agricultura urbana podría producir hasta el 10% del suministro mundial de legumbres y verduras (Clinton, 2018).

La CID ha incorporado intervenciones orientadas a la seguridad alimentaria, mediante estrategias sostenibles de mediano y largo plazo, así como ha canalizado ayuda alimentaria en diversos casos de emergencia y crisis humanitarias. Esos dos tipos de ayuda responden a necesidades y objetivos diferentes. En las estimaciones disponibles se menciona que, “del total de AOD del conjunto del CAD, el peso relativo de la ayuda destinada a SAN se mueve en la mayor parte de los años entre un 7% y un 8%” (AECID, 2018).

La AOD para la SAN se ha canalizado a diversos componentes;

La CID canaliza la mayor parte de su apoyo a la SA, principalmente como AOD bilateral y principalmente a países de África y Asia; ambos continentes reciben, en conjunto cada año, entre el 61% y el 77% del total de la CAD para ese fin; Europa y Oceanía reciben entre el 2% y el 4%. Los países de América Latina y el Caribe la AOD reciben entre el 7% y el 11% de la AOD bilateral (AECID, 2018).


3.2 Agricultura urbana frente a la inseguridad alimentaria. Proyectos de cooperación internacional y su impacto en las familias participantes

Cabe enfatizar dos precisiones previas. Esta investigación se desarrolla en Cartagena, ciudad que forma parte del Caribe colombiano; destacamos una definición de Caribe que no es estática, ni exacta, puesto que, en “cada tiempo, y en dependencia de la ocupación de sus espacios, ha habido diferentes Caribe, así como se han distinguido diferentes mundos dentro de las pequeñas islas y espacios continentales” (Martínez & Valdés, 2014).

En segundo lugar, cabe reconocer que en América Latina y en el Caribe la AU viene desde la época colonial, se expande luego de la independencia y está marcada por la tendencia a la urbanización (Mougeot, 2000). En las últimas tres décadas se ha considerado que la AU puede significar una despensa de alimentos para las ciudades; que ha sido impulsada desde programas de las Naciones Unidas, bloques de integración regional y subregional, instituciones financieras, sector privado, sociedad civil y gobiernos locales, con programas que han tenido alcances y resultados diferenciados.

En América Latina se destaca el modelo cubano, forzado por las carencias económicas, agudizadas por la caída del socialismo real; la tradición de agricultura urbana de República Dominicana y en un período más cercano, las políticas de Hambre Cero de Brasil y el programa Pro Huerta de Argentina. Vale mencionar que Cuba, pese a los bloqueos económicos y al autoritarismo político, logra en 1987 desarrollar un “Movimiento Popular Participativo de organo-pónicos y huertos intensivos”, todavía vigente; pero no solo se destaca por su exitoso modelo de autoabastecimiento, sino también por sus contribuciones mediante Cooperación Internacional, también llamada internacionalización de la agricultura Cubana en otros países, mediante trasferencia de tecnología, principalmente a países centroamericanos y latinoamericanos, así como a países de Europa y Asia.

El caso de República Dominicana se explica por el surgimiento espontaneo de la AU, debido a la migración de agricultores a la ciudad de Santo Domingo y al Distrito Nacional; al no encontrar los alimentos que acostumbraban consumir, por no ser aceptados social y culturalmente, iniciaron su cultivo en la ciudad, para su autoconsumo.

En el caso de Brasil, el gobierno definió una política nacional de AU, invirtiendo más de US$ 5 millones anuales, en diversas actividades de apoyo a escala municipal, para diversas experiencias, que incluyen la participación de familias, empresas y comunidades (Rocha y Lessa, 2009). En Argentina, su modelo pro Huerta promovió la construcción de huertos en espacios públicos, incluyendo escuelas y plazas.

En Colombia cuarto país más poblado de América (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, 2021), la AU ha sido útil tanto para el auto abasto de la población urbana de bajos recursos, como para la recuperación de espacios públicos, el fortalecimiento del tejido social y el desarrollo comunitario (Ávila-Sánchez, 2019, p. 1). Colombia cuenta con una población en un rango de edad entre 15 a 65 años, por un total aproximado de 48.258.494 habitantes, de los cuales el 51,2% son mujeres (DANE, 2018).

La agricultura hace un aporte significativo al avance económico y social del país; ayuda a cumplir objetivos como la mitigación de la pobreza, la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. Es la principal fuente de ingresos del área rural, involucrando a una población de 9.512.411 habitantes (Banco Mundial, 2019).

La AU en Colombia al igual que en otros países ha estado ligada al fenómeno migratorio rural-urbano, marcado, especialmente en los últimos treinta años, por el desplazamiento forzado provocado por el conflicto armado y sus derivaciones. Esos procesos históricos y sociopolíticos han incidido en los niveles de pobreza y desigualdad que registra el país y sus diferentes regiones; esto se refleja en las cifras de pobreza monetaria que llega al 35,7% y multidimensional con un 17,5% (DANE, 2019); además, según el coeficiente de Gini, Colombia es el segundo país más desigual de América Latina con un 50.8 % (CEPAL, 2019).

Estas características inciden en la seguridad alimentaria de la población rural y urbana, por lo que se ha considerado a la AU como una apuesta para contribuir a la SA. En los últimos años esta actividad ha tomado fuerza en diversas ciudades del país, a través de programas y proyectos generados por gobiernos locales, la cooperación internacional y el sector privado.

El proyecto de AU que analizamos se localiza en Cartagena; dicha ciudad es la cabecera mayor del departamento de Bolívar; su población se concentra mayoritariamente en la zona urbana; que tiene una extensión territorial mucho menor “ya que sólo 76 de los 623 km2 de extensión correspondientes a un 12% hacen parte de la zona urbana, mientras que los restantes 547 km2 correspondientes al 88% pertenecen a la zona rural” (Dau, 2020). Cuenta con 1.028.736 habitantes, según proyecciones del Censo DANE 2018; y, según las estimaciones disponibles, en el período (2010-2018), su población experimentó un crecimiento promedio anual del 1,16% (Dau, 2020).

Los sectores económicos más importantes de la economía de la ciudad son: el comercio, el turismo y la industria; el protagonismo que dichos sectores se encuentran las actividades agropecuarias. Pese a todas sus potencialidades Cartagena se sitúa entre las ciudades con mayor concentración de pobreza en el país, con un 27.2%, dentro de la cual se registra una tasa de 4,5% con pobreza extrema; es además la segunda ciudad con mayor índice de exclusión social entre las 13 principales ciudades a nivel nacional, con una tasa de desempleo del 12,6% a marzo del 2020 y un peso de la informalidad en el empleo del 56,1% (DANE, 2020).

En este contexto la Fundación Granitos de Paz desde el 2004 viene trabajando en el Barrio Olaya Herrera, sector Rafael Núñez y en otros barrios como “La Esperanza, El pozón, Lomas del Peye y corregimientos como la Boquilla, Puerto Rey y Manzanillo del Mar” (Fundación Granitos de Paz, 2020). Incluye dentro de sus actividades un pilar capacitación y generación de ingresos, que se apoya en el programa Patios Productivos, creado para mejorar la seguridad alimentaria de la población de influencia, a través del auto abastecimiento de alimentos y su comercialización en hoteles y restaurantes de la ciudad, así como la recuperación del medio ambiente, construyendo cerca de 828 patios productivos, en las zonas mencionadas.

El tipo de AU impulsado contempla crear huertos en suelo urbano, con el sistema de producción en eras (cuadro pequeño de tierra destinado al cultivo de flores u hortalizas); posteriormente, debido al impacto de los cambios climáticos, se adoptaron dos nuevos sistemas:

El programa patios productivos opera mediante proyectos financiados por la cooperación internacional; en este caso se estudia el proyecto financiado por la Fundación Wise, entidad filantrópica suiza, entre mayo de 2016 y abril del 2019, un informe estableció que “a finales de abril de 2019, 188 familias y 432 jóvenes del barrio Olaya Herrera sector Rafael Núñez, salen de la pobreza extrema gracias a la generación de ingresos fijos y a la vinculación laboral y unidades de negocio”.

Este proyecto favoreció el surgimiento de una marca de productos orgánicos llamada “Huerta Urbana 10 Green Place”, que también impulsa la innovación, con la creación de salsas, encurtidos, deshidratados de especias y tés.

También se destaca la transferencia de conocimientos a otras entidades de la ciudad, que buscan disminuir la desnutrición, mejorar el medio ambiente y comercializar productos orgánicos, a través del aprovechamiento de los patios de las viviendas (Fundación Carlos y Sonia Haimes, 2019).


3.3 Aporte de los proyectos de cooperación internacional a la seguridad alimentaria


Figura 1. Agricultura urbana en Cartagena



Fuente: (Fundación Granitos de Paz, 2020)


En el trabajo de tesis se incluye un apartado que identifica el rol de la cooperación internacional para la seguridad alimentaria de poblaciones vulnerables, mediante el uso de la agricultura urbana; para ello se toma en cuenta las percepciones de los actores involucrados, incluyendo las voces de los participantes del proyecto y del equipo implementador, que se contrasta con la información obtenida con la sistematización documental y con el análisis de la información.


3.3.1 Cooperación Internacional para el Desarrollo - CID

La CID brindada al Programa Patios productivos y sus proyectos correspondería a la definición de la misma, planteada por Ayllón B. (2007), en la modalidad de Cooperación Internacional de tipo bilateral, con la financiación de Wise Philanthropy Advisors, organización no gubernamental suiza. Este proyecto s la CID ofrece a la población herramientas e insumos para desarrollar las huertas urbanas y transfiere capacidad técnica a los beneficiarios; si bien, como se evidenció en las entrevistas, no propicia una participación funcional y autónoma de los participantes del proyecto.

Este aspecto es destacado por Ayllón, cuando recomienda que la cooperación debe mejorar el


consenso en las metas y la participación de las poblaciones beneficiadas por los programas y proyectos o, aún, la urgente incorporación de elementos como la apropiación para que los grupos sociales implicados sientan las actividades de la cooperación como propias. (Ayllón, 2007)


Las personas que participan en el proyecto realizan labores de agricultura y tienen un tipo de participación por consulta, que se concreta cuando los participantes son consultados por agentes externos (Fundación), que escuchan sus punto de vista; sin embargo no llegan a incidir sobre las decisiones que se toman. También existe una participación por incentivo, cuando los participantes proveen principalmente su trabajo u otros recursos, a cambio de ciertos incentivos (materiales, capacitación), igualmente sin incidencia en las decisiones.

Por lo tanto, no se permite una participación funcional, en la que los participantes inciden sobre la formulación, el monitoreo y ajuste de actividades; o una participación interactiva, donde la población organizada se involucra en la formulación, implementación y evaluación del proyecto; logrando procesos progresivos de aprendizaje sistemático y estructurado, que finalmente permiten la toma de iniciativas sin esperar intervenciones externas; las que se brindan solo en forma de asesoría y como socios (copartícipes).

El proyecto analizado aporta al logro del ODS 2 (Fernández & Moreno, 2018) y de los ODS 11, 12 y 13. Para el caso del ODS 11 (Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles), los patios productivos son una apuesta importante para recuperar el tejido social, al ofrecerse como una oportunidad para las víctimas del conflicto armado, reconociendo la fragmentación y desconfianza a causa de la violencia en el país, así como también, aporta a la transición hacia economías de bajas emisiones de carbono, aportando al desarrollo económico y social local y regional.

En relación al ODS 12 (Consumo y producción sostenible) y al ODS 13 (Acción por el clima), los patios productivos aportan como medidas de mitigación requeridas para reducir el calentamiento global.

En cuanto a la SA las huertas urbanas construidas por el proyecto, permiten el autoconsumo de hortalizas, a la luz de la definición de seguridad alimentaria, fundamentalmente como un aporte a la dimensión disponibilidad.

La generación de alimentos para el autoconsumo y la comercialización de hortaliza, que genera el proyecto, contribuyen a la dimensión acceso; cabe precisar, sin embargo, que el proyecto no ofrece la capacidad de obtener la cantidad de alimentos suficientes, puesto que los alimentos destinados al autoconsumo y los ingresos provenientes de la venta de hortalizas, son complementos de los alimentos necesarios para la canasta familiar; los participantes deben contar con otras fuentes de ingresos (empleo, apoyo de algún familiar, transferencias sociales del Estado, entre otros) para adquirirlos; considerando que el gasto corriente mensual promedio por familia en Colombia, es de $1.792.000 COP, dentro del cual el gasto en alimentos y bebidas no alcohólicas llega a $308.000 COP (DANE, 2017).

En cuanto a la dimensión utilización, los participantes en el proyecto han llegado a una valoración social y cultural, y gusto por los productos que cultivan; cabe destacar que la mayoría de las verduras son nuevas para un amplio segmento de población y que algunos miembros de las familias no las consumen. Sería deseable aumentar la producción de alimentos locales para autoconsumo y comercialización directa, dado que la variedad de productos no ha aumentado en función de la aceptabilidad de sus participantes, sino en función de la demanda comercial de las cadenas de restaurantes y hoteles. Finalmente, al no estar en capacidad de acceder y utilizar en su totalidad los alimentos no se efectúa la dimensión estabilidad.

La agricultura urbana que se implementa en el caso de estudio, en contraste con la definición suministrada por Mougeot, coincide en todas sus acciones, incluida la tipología de AU en función de su ubicación, propiedad y uso. En relación con el uso adecuado de los recursos, específicamente del agua, se debe analizar cuál es el costo energético que genera el bombeo de agua, en comparación con lo que aportan los patios productivos, sugiriendo como una mejor opción, un sistema de reciclaje del agua.

La AU puede llegar a ser una actividad poco controlada, ya que no existen normas que la regulen y sobre todo apoyo de la planificación urbana y del gobierno local; en Cartagena la incidencia de las políticas de planeación urbanística y el apoyo institucional es muy limitado, para potenciar este tipo de agricultura,; en consecuencia, su funcionamiento es discontinuo y poco sostenible; aun así, desde el actual plan de desarrollo se plantea la intención de promocionar y cofinanciar proyectos productivos sostenibles en el tiempo y articulados con el mercado local.

Se puede inferir, que la falta de políticas de planeación urbanística que promuevan el posicionamiento de la AU ha generado la ausencia de redes y colectivos organizados en pro de su consolidación, así como la falta de diferentes movimientos sociales y organizaciones de agricultores con iniciativas que permitan fomentar y ampliar la agricultura urbana en la ciudad; los que existen no han incidido en la generación de políticas.


3.3.2 Cartagena y agricultura urbana

El “55 % de la población mundial reside en zonas urbanas y el 85 % vive en un centro urbano de al menos 50 000 habitantes” (FAO, 2020) Cartagena no es la excepción, pese a que la ciudad cuenta con una gran extensión, alrededor del 88% (insular, continental, ribereña), muy poca población vive en esta área y practica la AU; esta actividad se propicia más dentro del 12% de extensión de la zona urbana. El desarrollo de la Agricultura Urbana y Periurbana (AUP) en Cartagena está directamente vinculado a la demanda externa que ejerce la demanda de los restaurantes, gran parte de la cual está conectada con la dinámica del sector y turístico.

El crecimiento demográfico de las ciudades en Colombia se relaciona con los procesos de modernización y también está marcado por el impacto del conflicto armado, que conlleva el fenómeno migratorio forzado. En Cartagena un 10% de la población ha sido víctima de la violencia (un total de 84.872 personas); entre los participantes en el proyecto, las personas afectadas por el desplazamiento forzado son mayormente mujeres, que logran generar una parte de los alimentos que requieren, por medio de la AU.

Cabe recordar que la inseguridad alimentaria en el mundo afecta mayoritariamente a “mujeres adultas, 69 millones de mujeres frente a casi 55 millones de hombres” (FAO, 2019); es fundamental, por lo tanto procurar el acceso de ellas a la tierra, el capital, el crédito y a la extensión de la agricultura.

En el caso del proyecto, aproximadamente un 80% de la población participante son mujeres, que son protagonistas de la producción agrícola, que se apropian de la capacidad de generar ingresos, propiciando relaciones más horizontales en sus hogares. Desde el enfoque de género para el desarrollo se debe revisar las oportunidades de mejorar la redistribución de roles de género dentro del hogar, propiciando no solo el cuidado del hogar junto al mantenimiento de las huertas a las mujeres, sino también la intervención de los hombres y demás miembros que conforman la unidad familiar.


4. Conclusiones y recomendaciones

La Cooperación Internacional mediante los proyectos de agricultura urbana estudiados en el presente caso, busca propiciar el autoconsumo y la generación de ingresos, por parte de poblaciones vulnerables, ello aporta a la seguridad alimentaria de la población beneficiaria, especialmente en cuanto a la dimensión disponibilidad de alimentos; sin embargo, no responde de forma integral a las dimensiones acceso y utilidad, por tanto, no contribuye a la dimensión estabilidad del abastecimiento alimentario, que solo se logra cuanto en el tiempo confluyen todas las dimensiones de la SA. Ello se debe a que la cantidad de alimentos obtenidos por la producción doméstica y comercial no es suficiente para cubrir la alimentación de los participantes, sino que es complementaria de lo que pueden adquirir con los ingresos conseguidos mediante otras fuentes (empleo, por lo general informal; apoyo de otros miembros de la familia, transferencias sociales del Estado, entre otros.)

Los intercambios de alimentos son muy limitados y los ingresos obtenidos no permiten que los agricultores urbanos puedan acceder a otros servicios y necesidades tales como: créditos, ahorros, negocios, vivienda, etc. En cuanto a utilización, si bien los participantes consumen alimentos sanos y nutritivos de sus huertas y les dan una adecuada manipulación, la variedad de productos no ha aumentado en función de la aceptabilidad social y cultural de los mismos, sino por la demanda comercial de las cadenas de restaurantes y hoteles.

En cuanto al papel de la agricultura urbana cabe resaltar que mientras en los países desarrollados se realiza más como actividades con fines terapéuticos, paisajísticos y de salvaguarda patrimonial, en países de América Latina y el Caribe tiene fines de auto abastecimiento para un segmento de la población urbana de bajos recursos, al fortalecimiento del tejido social y al desarrollo comunitario. En el caso de Colombia el fenómeno migratorio rural-urbano y la magnitud del desplazamiento forzado por el conflicto armado, genera afectaciones en la seguridad alimentaria; frente a dicho fenómeno, la AU se muestra como una estrategia muy útil y en los últimos años ha tomado fuerza en diversas ciudades del país.

Para el caso de Cartagena, la AU no es fortalecida desde las políticas de planeación urbanística, ni cuenta con el apoyo institucional, por lo que la actividad es discontinua; en algunos casos recibe apoyo del sector privado (empresas de la ciudad), organizaciones de la sociedad civil y cooperación internacional, con iniciativas que buscan disminuir la desnutrición, mejorar el medio ambiente y comercializar productos orgánicos a través del aprovechamiento de los patios de las viviendas.

Con respecto al rol de la Cooperación Internacional y la participación de la población en la construcción de una agricultura urbana para la seguridad alimentaria, la CID debe distinguir entre los actores sociales que llevan la centralidad en torno a la AU y aquellos que juegan un papel de socios (tácticos o estratégicos). La CID debe apalancar procesos inicialmente con socios tácticos y desde allí promover el empoderamiento y la asociatividad. Si los huertos urbanos son promovidos con un sentido de auxilio asistencial dirigido a las personas más necesitadas, muchas veces no promueve la participación ni la toma de decisiones sobre la AU.

Para fortalecer la eficacia y eficiencia de la AOD en materia de seguridad alimentaria, debe promover en los países la importancia de priorizar en sus políticas públicas con alcance local la SA de las poblaciones urbanas, considerando las tendencias migratorias rural urbano. También es preciso reconocer que la mayor causa de la inseguridad alimentaria está en el acceso a una alimentación nutritiva; la CID debe dirigir sus intervenciones a complementar políticas nacionales y locales, de carácter sostenido, orientadas a la mitigación del impacto de esta dimensión, dando a las personas la capacidad de acceder a los alimentos, a través de la AU, o, como muchos señalan actualmente, por medio del empleo que genera ingreso o accediendo a una renta básica.


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