Resumen
Un Estado constitucional se caracteriza por el equilibrio de poderes, y un Estado de derecho, por la primacía de las normas jurídicas escritas. Así, un Estado constitucional de derecho tiene como imperativo asegurar frenos y contrapesos al ejercicio del poder con fundamento en normas jurídicas escritas que priman sobre la voluntad de los gobernantes de turno. Sin embargo, este tipo de Estado puede encontrar límites a su aplicación desde el clientelismo político, el cual consiste en hacer transacciones entre diferentes ramas del poder público para garantizar réditos políticos individuales y que en ocasiones buscan asegurar gobernabilidad. Aunque desde una perspectiva general y abstracta el modelo garantiza independencia, se hacen negociaciones soterradas que desdibujan el equilibrio pretendido para este diseño estatal orgánico. Esto lleva a que los Estados constituciones de derecho con práctica clientelistas pierdan la división de poderes y puedan llegar a derivar en Estados absolutistas.